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BIOHUERTOS: UNA ALTERNATIVA PARA SOBREVIVIR

  • contrasteusmp20
  • 19 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

Al sur de Lima, un espacio natural se ha convertido en el sustento para 30 familias. Se trata de 700 metros cuadrados de campo que son trabajados para el cultivo de productos naturales.

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Un espacio desolado, que albergaba solo polvo y piedras, quedó en el pasado. Hoy, cuatro andenes conforman un pequeño paraíso, ubicado en el Asentamiento Humano Ciudad de Gosen en Villa María del Triunfo.


Honorata (65) divide sus días entre ser ama de casa y socia del biohuerto vecinal. Hace cinco años, cuando el terreno estaba vacío, el esfuerzo y unión de los pobladores forjó un sembrío que agrupa cuatro andenes. En el primero, se trabaja el compost, que es un preparado de los desechos de la casa combinado con aserrín, el cual sirve como vitamina para las plantas del biohuerto.


Pese a trabajar rodeada de naturaleza y aire fresco, Honorata afirma que la labor es dura. Existe una lucha constante con las plagas que matan la cosecha, con el intenso sol de cada verano y, por si fuera poco, con la falta de acceso al servicio de agua.


El cultivo


Una melodía típica de todos los días despierta a Honorata. El reloj marca las 4 de la mañana y, aunque la oscuridad del cielo acompaña el sueño de una gran parte de limeños, ella debe despertarse. La mujer, como cada madrugada, alista un taper con dos panes, una botella con agua, una gaseosa, una cerveza y un par de cigarros.


Ajusta sus botas y sale de su hogar para iniciar el camino hasta llegar al terreno natural que, en su espacio, acoge aves, pequeñas flores, árboles frutales, plantas silvestres y distintos tipos de arbusto que colorean el paisaje.


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Honorata empieza a labrar la tierra, una rutina que le toma cuarenta minutos. Terminando, se sienta y saca la botella de cerveza y gaseosa. Se sirve en un vaso, prende un cigarro y se lo entrega como ofrenda al cerro para que este sembrío tenga como resultado una buena cosecha. “Pachamama Santa, tierra, todo lo que siembro sea producido”.


Pasado treinta minutos, empieza a hacer surcos largos y coloca las semillas, deja cuarenta centímetros de espacio entre cada una para que se desarrollen de manera adecuada.


Terminando la siembra, pasa a cosechar la lechuga que ya está lista. Con cuchillo en mano, empieza a cortar el tallo. Veinte minutos después, llena un cesto con veinte lechugas orgánicas que son compradas por el precio de un sol en el mismo huerto por los vecinos. Lo que sobra, se lo lleva a casa para su propio consumo. Los productos son comprados rápidamente porque cualquier producto del huerto no contiene pesticidas ni ningún otro químico.


Las productos que obtienen del biohuerto varían entre hierbas como manzanilla, cilantro, perejil, albahaca, huacatay, apio y marcos. Asimismo, zapallo, maíz, betarraga, pallar, habas, y papa. Los precios son accesibles para los vecinos aledaños, las hierbas se venden a la cantidad que requiera el cliente, las lechugas y choclo, por unidad, se venden al precio de un sol. El kilo de betarraga o variedades de papa, tiene el valor de un sol cincuenta, mientras que el kilo de papaya se vende a dos soles cincuenta y el plátano a dos soles la mano.


Saludable


Las socias han encontrado también que trabajar en el huerto trae beneficios positivos para su salud. A pesar de ser una tarea pesada, las labores agrícolas sirvieron como tratamiento a una de las socias. “A mí me ha servido como terapia para enfrentar el cáncer. La siembra, la cosecha y las plantas me ayudaron con el tratamiento. Ahora estoy más sana que antes, superé el cáncer y el doctor dijo que la vida en el biohuerto influyó bastante con mi terapia”. (Honorata Huamán Ramos)


Mira el siguiente video para conocer más sobre los biohuertos


 
 
 

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