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Huella ecológica: consecuencia positiva por la COVID-19

  • contrasteusmp20
  • 17 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

Crisis por la pandemia genera buenos cambios en el medio ambiente.Índice en el impacto ecológico mejoraría con prácticas ecoamigables.


El impacto ambiental, consecuencia de las diversas actividades humanas como las industriales, sociales o culturales, varía constantemente y puede ser medido a través de la huella ecológica, que funciona como indicador de esta rama. Las consecuencias medioambientales en épocas de pandemia son positivas en su mayoría. Dentro de los factores principales, está el hecho de la reducción exponencial de la población en todo el mundo (600 mil fallecidos hasta la fecha, según la ONU), el menor tránsito marítimo, aéreo o terrestre y las tendencias generacionales que indican un alto índice de no querer tener hijos.

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Foto: PUCP


Cabe resaltar que, la huella ecológica y la huella de carbono son indicadores diferentes. El

primero mide la sostenibilidad de cada ciudad, país o continente. Mientras que el segundo,

analiza los gases de efecto invernadero que puede generar cada persona en sus actividades diarias (cocinar, ir al trabajo, etc).


Según el Fondo Mundial para la Naturaleza o WWF por sus siglas en inglés (World Wildlife Fund), la huella ecológica mide el impacto de la demanda humana sobre la naturaleza y cómo esta regenera sus recursos. Es decir, calcula la superficie terrestre y marítima requerida para satisfacer las necesidades de consumo por persona. Cuando se gasta más de lo que se produce, se genera una quiebra en los recursos. Eso es lo que ha estado sucediendo en los últimos años.


Los recursos naturales consumidos hasta el 2018 equivalían a 1,6 planetas, lo cual quiere decir que existía un déficit a nivel mundial. Por otro lado, se necesitarían 1,75 planetas para

este año y 2,5 planetas para 2050, según el informe Planeta Vivo realizado por la WWF.


Sin embargo, los resultados arrojados por este estudio no consideraron una posible pandemia en la que al menos 600 mil personas en el mundo fallecieron debido a la Covid–19. Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la población mundial hasta 2019 fue de 7,700 millones de personas, en las que solo el 64% se concentraba en Asia, continente en donde inició esta enfermedad.


Es así que el descenso poblacional implica menos uso de recursos, por lo que la huella ecológica tendría un índice favorable a largo plazo. Las consecuencias de este logro se relacionan con algunos objetivos de desarrollo sostenible (ODS), como las ciudades y comunidades sostenibles, hambre cero, producción y consumo responsable, acción por el clima o el fin de la pobreza. Estos objetivos globales trabajan en pro del cuidado de la sociedad y del planeta de manera sostenible.


“Las muertes son catastróficas, pero también resultan un saldo positivo debido a la disminución de habitantes a nivel mundial. El bajo nivel de emisiones o la calidad del aire mejoran y estos cambios se verán más a largo plazo”, afirmó el coordinador de proyectos en el círculo de investigación para el desarrollo y sostenibilidad de los bosques (CIDE Bosques) de la universidad Agraria La Molina, José Coronado.


“Es importante que aprendan a reciclar o practiquen la permacultura” José
Coronado, coordinador de CIDE Bosques

El representante también informó acerca de las tendencias generacionales, las cuales se caracterizan por el compromiso y preocupación respecto al medio ambiente. Además, investigadoras de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) aseguran que el miedo al contagio ha logrado que las personas se movilicen más a pie o en bicicleta por lo que la contaminación atmosférica también se reduciría.


El compromiso es, entonces, mejorar o cambiar los hábitos y lograr que estos trasciendan

en el núcleo de la sociedad: la familia. De esta manera, el resultado en la huella ecológica

de los próximos años puede ser significativamente bueno.

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Foto: Huella Ecológica


Un estudio realizado en 2019, por la fundación española Funca, a 3 mil millennials (aquellos que nacieron entre 1975 - 1995), indica que el 12% ya tiene claro que no tendrán hijos. Entre las principales causas de esta decisión se encuentran: las preocupaciones o problemas que implica formar una familia, limitación del tiempo libre y falta de ingresos suficientes. Asimismo, el 82% de los encuestados están interesados en temas relacionados al medio ambiente.


Por otra parte, la generación Z o centennials (nacidos entre 1995 - 2015) también destacan por su interés social y compromiso en la conservación del planeta a través de proyectos en los que buscan solucionar problemáticas ecológicas y comunitarias.


A pesar de los resultados alentadores, el impacto positivo en la huella ecológica no depende de un grupo o sociedad específica, sino de las buenas prácticas que se puedan desarrollar y transmitir de generación a generación.


“Es importante que más personas aprendan a reciclar o practiquen la permacultura, es decir, cultivar desde casa o contar con huertos también. También disminuir los agroquímicos

porque dañan el suelo. Sin suelo no hay producción, no se puede cosechar, se pierden alimentos y se incrementa la tasa de desnutrición, por ejemplo”, explicó Coronado.


Revisa el siguiente audio para obtener más información.







 
 
 

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